Recursos: qué hay disponible
Un recurso es un bien o servicio que nos permite vivir bien o generar otros bienes y servicios (recursos indirectos) que nos permitan vivir bien. Por ejemplo la buena comida es un recurso directo, mientras que la tierra fértil o el dinero son recursos indirectos, según esta forma de ver.
Para que un bien o servicio suponga un recurso ha de darse en la cualidad (tipo o clase), calidad y cantidad apropiados. Si sólo necesito beber un vaso de agua, otro vaso de agua no me aporta bienestar luego ya no es un recurso.
En las interacciones entre las personas intercambiamos recursos y empatía. La oposición recurso-empatía constituye una herramienta de análisis muy esclarecedora. Muchos trabajos de atención al público consisten principalmente en empatizar. En cambio las economías orientadas a la exportación (norte de Europa, Extremo Oriente) se centran en la producción de recursos.
El fenómeno del cotilleo consiste en realidad en interacciones humanas sin intercambio de recursos, pura empatía. ¿Una pérdida pura de tiempo?
Cuando demandamos que las interacciones se basen en recursos y no en empatía, ¿nos encerramos en un modelo entrada-control-salida que considera al ser humano una máquina que adquiere información, la procesa y realiza acciones físicas?
En la economía de recursos poco importa la intención con que se actúa, sólo su efecto.
Recursos intermedios
Entendemos por recurso intermedio aquél que no es ni materia prima ni producto final, sino una transformación de unas materias primas sin llegar a estar listo para el consumo (final).
Según el semanario de economía liberal The Economist los recursos (intermedios) de la producción son:
- tierra: tanto la tierra agrícola como el subsuelo (minerales, gas), el agua dulce, el aire...
- capital
- tecnología: conocimientos y destrezas tecnológicos, máquinas-herramienta disponibles en el mercado
- emprendimiento: la iniciativa, coordinación (entre capitalistas y tecnólogos) y visión de conjunto para montar una empresa
Coste marginal
A veces se consumen recursos
que no cuesta nada, o apenas nada, producir (o que al menos una vez puesta la fábrica en marcha cada nueva unidad cuesta poco o nada, es decir que su coste marginal es despreciable), por ejemplo información en forma de pistas de audio, películas etc. Dichos recursos presentan una replicabilidad insignificante.
Rendimientos decrecientes o crecientes
Con frecuencia el gasto o inversión de un recurso en una empresa sigue la Ley de los Rendimientos Decrecientes, que dice que (en determinadas circumstancias) cada unidad de recurso invertida rinde menos que la anterior.
Un ejemplo de esto sería alguien que hasta el momento comía muy mal y decide adoptar hábitos alimentarios sanos, como consumir ensalada. Tal vez se tome unos trescientos gramos de ensalada al día. Entonces subir a 400 gramos apenas mejorará su salud, como tampoco la empeorará sustancialmente bajar a 200 gramos.
Por la misma, también podríamos y deberíamos postular una Ley de los Rendimientos Crecientes, la cuál diría que, una vez más sólo en determinadas circumstancias, cada unidad de recurso invertida rinde más.
De hecho por debajo de un umbral uno apenas obtiene beneficio de un recurso. Algunas situaciones típicas:
- alquilar una vivienda: la calidad cae estrepitosamente por debajo de cierta cantidad, mientras que por encima de la media cada unidad de dinero rinde más, por ejemplo un piso el doble de grande no costará el doble sino sólo un 50% más.
- comprar un ordenador: por debajo de cierto precio (en torno a 400€ actualmente) uno sólo puede costearse un portátil de segunda mano o algo que no llega a ser un ordenador.