Intención y eficacia de las acciones humanas
Una acción humana va precedida de la intención de realizarla. Luego el acto en sí tiene una mayor o menor eficacia, es decir consigue en mayor o menor medida su objetivo.
Los conceptos de intención y eficacia nos sirven para explicar cómo actúan las máquinas físicas y las organizaciones o instituciones maquinales. Las máquinas se caracterizan por una gran eficacia sin requerir apenas o ninguna intención, mientras que las herramientas requieren una intención constante.
Por supuesto que antes de la intención se ha de dar una idea vaga y después ha de formarse un plan de acción. El empleo de máquinas permite que una única persona- el ingeniero o el emprendedor- o ninguna conciba una idea y forme un plan, que se concretará en una serie de instrucciones dadas a los operarios o, caso de utilizar máquinas programables, en un programa. En cambio las herramientas, en la medida en que constituyen medios al servicio de quien las maneja, exigen del obrero que tenga una idea general, un plan y a continuación una intención mantenida en el tiempo.
Algunos objetos pueden funcionar como herramientas o cómo máquinas dependiendo de cómo se relacione su uso con la intención y la eficacia.
Imaginemos una situación típica. Una familia posee un campo con el que espera alimentarse. Los familiares poseen datos y conceptos de agricultura y poco a poco concretan un plan, desde lo general a lo particular. Tal vez lo ponen por escrito o dibujan planos y esquemas. Por último toman las herramientas y llevan a cabo ese plan, con o sin modificaciones sobre la marcha. El campesino es en cada momento consciente de la finalidad y la justificación o explicación de sus actuaciones.
En cambio si se contrata a jornaleros o si se labra y siembra para cobrar subvenciones los trabajadores no tendrán la idea general, pues no la necesitan, ni tampoco conocerán el plan, sino que se limitarán a realizar las acciones que el encargado o el oportunismo les dicte.