Un sólo libro, para cada cuál uno distinto.
Un libro
La cantidad de información que se nos ofrece resulta abrumadora e absolutamente improcesable. Mucha gente se contenta con tomar el libro u otra fuente que tenga más a mano, aunque verse sobre tema tan específico y poco relevante como la consabida vida sexual del cangrejo de río
.
Ante tal variedad de saberes y creciente volumen de información disponible, muchos individuos optan por atenerse a una sola fuente: un resumen, un compendio, una escuela, un maestro...
Haces un cursillo o cursas una asignatura y esperas que se base en algún texto. A veces éste se ha compuesto con un procesador de textos tipo Word, plan apuntes, otras se trata de un libro de pleno derecho. A muchos les da seguridad e inspira confianza el formato de ofimática, con su letra sans serif y tipografía para salir del paso. Otros anhelan la coherencia de una obra redactada y presentada a conciencia. (véase Cómo escribir)
Buscan un libro, y le piden que lo contenga todo, o al menos todo lo significativo, y que a la vez no incurra en contradicciones ni aberraciones.
Otros intentan ingresar en una buena universidad donde no les metan materia de relleno.
Recuerdo una conversación con una profesora de Informática que se enorgullecía de que en la UNED, donde había estudiado, tenían que programar lenguaje máquina, en ceros y unos (0100111101
etc.) en lugar de ensamblador, cuando ya muchas ni siquieran enseñan ensamblador.
Uno se esfuerza o paga por ir a una institución de enseñanza donde no se impartan contenidos inservibles.
Este fenómeno de buscar un libro en el que basarnos se haya en especial en las religiones. En efecto, encontramos muchos ejemplos de religiones e iglesias que han insistido en atenerse a un solo libro:
- el cristianismo, que sigue la Biblia
- el islam, que sigue el Corán
- el judaísmo, que sigue el Antiguo Testamento
- el budismo de Nichiren, que sigue el Sutra del Loto
No debemos sentirnos mal por no leer, sino reflexionar sobre no leer.