Reflexionar sobre no leer

No debemos sentirnos mal por no leer, sino que debemos reflexionar sobre no leer.

Aunque podemos aprender leyendo libros, aún más podemos aprender reflexionando sobre todas esas veces en que no hemos querido leer, escuchar, ver. Aprender sobre nosotros mismos. Más que los que hemos leído, nos marca y nos define el hecho mismo de habernos negado a leer.

Normalmente pensamos que no hemos leído un libro porque no estaba en la biblioteca o no nos lo habían recomendado. Eso no me interesa, sino más bien las veces que no vemos lo que tenemos delante de los ojos.


No me refiero sólo a libros, me refiero a ver lo que tenemos delante de los ojos, escuchar lo que llega a nuestros oídos sin necesidad de audífonos ni de poner la radio o la televisión, cobrar conciencia de lo que ya sentimos sin necesidad de acudir al psicoanalista.

Y descubrimos que no ver requiere un esfuerzo tremendo, agotador, y contraproducente. Desconocer, ignorar, nos llevan mucho tiempo y energía. En contra de lo que se nos enseña de que se aprende gracias al esfuerzo, al contrario, ignoramos cuando el sujeto y toda la sociedad y estado que determinan su situación se vuelcan en que no se aprenda.


Una de las maneras más eficientes de no aprender lo útil es dedicar nuestro tiempo, dinero y esfuerzo a aprender lo inservible. Los sistemas consiguen que los individuos no aprendan unas cosas obligándoles o premiándoles por aprender otras.


El despertar ocurre cuando dejamos de bloquear el despertar.

El conocimiento se da cuando dejamos de bloquear el conocimiento.