Narcisismo: megalomanía, egocentrismo

El trastorno de la personalidad narcisista es una enfermedad mental que consiste en un aire irrazonable de superioridad. Antiguamente se denominaba megalomanía, y actualmente se utiliza más egocentrismo. En la mitología griega, Narciso se enamoró de su propia imagen reflejada en el agua y se ahogó al intentar besarla.

Los narcisistas necesitan y buscan demasiada atención, y quieren que las personas las admiren. Es posible que a las personas con este trastorno les cueste comprender o no les importen los sentimientos de los demás. Sin embargo, detrás de esta máscara de absoluta auto-confianza, no están seguras de sí mismas y reaccionan bruscamente ante la más mínima crítica.

El trastorno de la personalidad narcisista causa problemas en muchas áreas de la vida, como las relaciones interpersonales, el trabajo, la escuela o los asuntos financieros. En general, las personas con trastorno de la personalidad narcisista pueden sentirse infelices y decepcionadas cuando no les hacen favores especiales o no reciben la admiración que creen merecer. Pueden sentir que sus relaciones interpersonales son conflictivas y poco satisfactorias, y es posible que los demás no disfruten de su compañía.

El tratamiento del trastorno de la personalidad narcisista se centra en la terapia de conversación o psicoterapia. Una posible técnica consiste en retarles a que demuestren que han producido algo tan único y útil como ellos a sí mismos se consideran.

Este trastorno afecta más a los hombres que a las mujeres y, por lo general, comienza en la adolescencia o a principios de la adultez. Algunos niños pueden manifestar rasgos de narcicismo, si bien éstos suelen restringirse a unas edades (es una etapa normal del desarrollo de la personalidad), por lo que no significa que padecerán el trastorno en el futuro.

El mito de Narciso

El relato más conocido sobre el mito griego de Narciso, cuyo nombre es la inspiración del término «narcisismo», es el que el poeta romano Ovidio (43 a. C. - 17 d. C.) relató en su tercer libro de Las metamorfosis.

El dios-río Cefiso, después de raptar y violar a la náyade Liriope, engendró en ella a un joven de espléndida belleza, a quien dieron por nombre Narciso. Cuando le preguntaron si el recién nacido tendría una larga vida, Tiresias, el sabio capaz de predecir el futuro, contestó crípticamente: Sí, siempre y cuando nunca se conozca a sí mismo.

A lo largo de su vida, Narciso, va a provocar en hombres y mujeres, mortales y dioses, grandes pasiones, a las cuales no responde por su incapacidad para amar y para reconocer al otro. Según el relato de Ovidio, entre las jóvenes heridas por su amor estaba la ninfa Eco, quien había disgustado a Hera, por lo que ésta le había condenado a repetir las últimas palabras de todo cuanto se le dijera. Eco fue, por tanto, incapaz de hablarle a Narciso de su amor por él.

Pero un día, cuando Narciso estaba caminando por el bosque, acabó apartándose de sus compañeros. Cuando gritó: «¿Hay alguien aquí?», Eco contenta respondió: «Aquí, aquí». Incapaz de verla oculta entre los árboles, le respondió: «¡Ven!». Después de repetir: «Ven, ven», Eco salió de entre los árboles con los brazos abiertos. Narciso cruelmente se negó a aceptar su amor.

Tentado por Afrodita, al contemplar su imagen en el espejo de la superficie del agua, sintió una fascinación por su propia imagen de la que no supo sustraerse. No podía tocar ni abrazar al ser que veía reflejado en el agua, pero tampoco podía apartar la vista de él.

En otra versión del mito, uno de los menospreciados por Narciso se queja a los dioses y Némesis, la diosa de la venganza, se encarga de castigar su orgullo.

En cualquier caso Narciso, subyugado por la bella imagen de sí mismo que le devolvía el río, se abstuvo de toda relación amorosa con otros seres, e incluso de atender sus propias necesidades básicas, y su cuerpo se fue consumiendo para terminar convertido en la flor narciso, una flor tan hermosa como embriagante. Mientras tanto, Eco, consumida de melancolía, se retiró a una cueva donde su cuerpo también se consumió, quedando de ella solo una voz sin forma que repite, en la lejanía, la última frase o sílaba que se pronuncie.

El narcisismo entre los auto-considerados creadores

Las personas creativas muestran una fuerte tendencia al narcismo porque crean cosas únicas, no necesariamente útiles.

Esto llena las galerías de arte y nuestros oídos de verdaderas birrias, también debidas a que por presión de la sociedad preferimos la moda a la calidad.

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Creo que todo artista es en el fondo un narcisista. Todos perseguimos la gloria, buscando dejar en los demás nuestra obra. Hay quien desespera y abandona el camino, pero también quien sigue a pesar de los inconvenientes. Otros, cuando vienen a darse cuenta, ya no pueden dar marcha atrás y continúan ante la indiferencia propia y de los demás.

[...]

En mayor o menor medida el artista es un ser narcisista; el hecho de crear algo para que sea reconocido lleva en sí esa carga. Cada uno actuamos desde el yo. Resulta prácticamente imposible sustraerse a eso, pero sí es posible, en un momento dado, poner cierta distancia entre la obra y quien la realiza, para que aquella camine sola hasta su final.

(Entrevista a Pedro Soler Valero.)

A menudo los de a pié nos comportamos como los artistas. Creamos algo único pero inútil, y se lo imponemos a los demás, o bien creamos o nos creemos únicos cuando en realiadad no hacemos más que seguir una moda. Nos creemos merecedores de admiración por nuestro dinero, nuestra juventud o nuestra suerte.

Ejemplos y síntomas de narcisismo

Algunos síntomas de narcisismo:

A menudo estos síntomas se ocultan bajo un manto de generosidad y magnificiencia.

Convivir con narcisistas

La sensación que uno tiene al convivir con un narcisista de ir contra corriente todo el tiempo. Si uno se esfuerza por hacer lo que a su juicio considera mejor para sí y para los demás, chocar con oposición de todo tipo: interrupciones, cambios de planes, incumplimiento de la palabra dada, críticas, incluso prohibiciones. Sentir la necesidad de aislarse completamente del narcisista e intentar por todos los medios que su desánimo no nos influya.

Uno podría encontrarse desarrollando su labor, la que de buena fé haya elegido, en su estudio, taller, parcela de jardín etc. y necesitaría imaginar una barrera que mantuviese fuera al narcisista, impedir que afecte a la labor de uno. No caer en el nihilismo sino recordar de que antes del contacto con él o ella la meta estaba clara, remontarse a una situación imaginaria sin la ingerencia del narcisista.


El narcisista trata al resto de la gente como a sirvientes. No busca sentirse acompañado ni complementado, sino obedecido y secundado.

El narcisista es nihilista. El narcisista se aburre, no le ve el sentido a la actividad humana, sólo está satisfecho cuando acapara la atención y energía de los demás.


Repito o parafraseo, el narcisista interfiere constantemente en la vida de los demás, en dos aspectos:


La única manera de convivir con un narcisista es fingir que uno se abre y convive con él a la vez que en su interior imagina una barrera infranqueable entre él y uno.

Autovaloración

Terminado que he de redactar esta página me siento satisfecho de mi labor, lo cuál me convierte en justo lo que trataba de combatir, ¡Otro vulgar NARCISISTA!