Autoritarismo

Sabido es que el autoritarismo consiste en que una persona, el autoritario, obligue a otra u otras a hacer algo.

Uno piensa y decenas, cientos, miles ejecutan sus planes.

A menudo los autoritarios argumentan que para que una organización funcione se necesita un orden basado en una jerarquía vertical.

Deberíamos distinguir entre autoritarios activos, o autoritarios propiamente dichos, y autoritarios pasivos, que se ponen al servicio del autoritario activo, le secundan y adaptan su pensamiento al del mandón. El autoritario activo no puede ejercer su influencia sin estos secundadores, gente rastrera. Si el autoritario activo es el fuego, sus secundadores son la broza que se incendia.

Tomo la distinción entre autoritarios activos y pasivos del libro Farming and Us (La agricultura y nosotros), de Raoult Robinson. Una tesis de este libro es que la difusión de la agricultura (frente a la caza-recolección), y en particular el establecimiento de los Imperios Agrarios, hizo que surgieran organizaciones jerárquicas.

La esencia del autoritarismo radica en no reconocer la variedad de talentos de los diferentes miembros de la sociedad, su capacidad de aportar sus idiosincrasias, su creatividad.

El autoritarismo se parece al sometimiento del hombre a la máquina en que éste pierde su iniciativa.

A veces caemos en un autoautoritarismo, lo cuál significa que intentamos controlar todos los aspectos de nuestras vidas.


Una forma frecuente de autoritarismo es el gobierno por urgencia o expeditivo. Se observa una circunstancia excepcional que require mando firme y sin titubeos y se ve justificado saltarse los procedimientos democráticos. Se invade un país o se impone la voluntad propia mediante decreto ley. A los demócratas se los tacha de frívolos e insolidarios.