El genocidio armenio
En 1915 el gobierno turco puso en marcha un plan para expulsar y eliminar armenios residentes en el Imperio Otomano. Aunque los informes difieren, la mayoría de las fuentes coinciden en que había entonces unos dos millones de armenios en el imperio. A principios de la década de 1920, cuando por fin concluyeron las masacres y deportaciones, habían muerto alrededor de 1,5 millones de armenios turcos y otro medio millón de deportados habían perdido hogares y propiedades en tierras donde llevaban más de dos milenios viviendo. Hoy en día la mayoría de los historiadores califican este suceso de genocidio -una campaña premeditada y sistemática de exterminación de un pueblo entero-. Sin embargo el estado turco no reconoce la gravedad ni la magnitud de estos sucesos. A pesar de las presiones de armenios y defensores de la justicia social de todo el mundo en Turquía sigue siendo ilegal mencionar lo ocurrido a los armenios en aquel período.
En 1908 había subido al poder en Turquía un nuevo gobierno, un grupo de reformistas que se hacía llamar los Jóvenes Turcos
y que destronó al sultán Abdul Hamid para establecer un gobierno constitucional más moderno. Al principio los armenios esperaban vivir en pie de igualdad en el nuevo estado, pero pronto aprendieron que los nacionalistas Jóvenes Turcos pretendían ante todo y sobre todo turquificar
el imperio. Según esta doctrina los no turcos, y en especial los cristianos, suponían una amenaza para su estado.
En 1914 Turquía participó en la Primera Guerra Mundial del bando de Alemania y el Imperio Austrohúngaro. (Por el mismo tiempo las autoridades religiosas otomanas declararon la jihad o guerra santa contra todos los cristianos salvo sus aliados.) Los militares empezaron a acusar a los armenios de traidores dado que les convenía que los Aliados ganaran para así obtener la independencia y por tanto desearían combatir a favor del enemigo. Con la intensificación de la guerra los armenios organizaron batallones de voluntarios para apoyar al ejército ruso contra los turcos en la región del Cáucaso. Estos sucesos, junto con el recelo general de los turcos contra el pueblo armenio, motivó que el gobierno pidiera la retirada
de los armenios de las franjas de guerra de la Frontera Oriental.
El 24 de abril de 1915 comenzó el genocidio. Ese día el gobierno arrestó y ejecutó a varios cientos de intelectuales armenios. Después se expulsó a muchos armenios de sus casas y se les impuso marchas de la muerte por el desierto mesopotámico sin comida ni agua. A menudo se les desnudaba para que anduvieran bajo el sol abrasador hasta que caían muertos. A los que se paraban a descansar se les disparaba.
Por la misma época los Jóvenes Turcos crearon una Organizacion Especial
que a su vez organizó escuadrones matadores
o batallones masacradores
para llevar a cabo la liquidación de elementos cristianos
, como lo llamó un alto cargo. Estos escuadrones a menudo estaban formados por asesinos y antiguos presos. Ahogaban a gente en ríos, los tiraban por precipicios, los crucificaban o los quemaban vivos. El paisaje se llenó de cadáveres armenios. Los documentos muestran que durante esta campaña de turquificación
los escuadrones también raptaban niños para convertirlos al Islam y entregarlos a familias turcas. En algunas zonas violaban a mujeres y las obligaban a ingresar en harenes turcos o las esclavizaban. Las familias musulmanas entraban en las propiedades de armenios deportados y se quedaban con ellas.
El genocidio es un hecho histórico rigurosamente documentado. En Turquía, aunque consta en los archivos, se niega oficialmente en las historias y en las declaraciones públicas de los políticos. Su política oficial desde 1923 ha sido negar que nunca haya tenido lugar un genocidio y además perseguir a los que digan que lo ha habido, acusados del delito de insultar la identidad turca
.
Después de que en 1918 los otomanos se rindieran los dirigentes de los Jóvenes Turcos huyeron a Alemania, que les prometió no procesarles por el genocidio. Un grupo de nacionalistas armenios puso en marcha Operación Némesis para localizarlos y asesinarlos.
No obstante, a los últimos equipos de gobierno de EEUU les ha costado reconocer que el Holocausto Armenio ha sido un genocidio. Ronald Reagan en 1981 y el senador Bob Dole en 1990 llamaron al crimen por su nombre, pero los presidentes subsiguientes -el primer George Bush, Bill Clinton, George W. Bush- se han negado a calificarlo así oficialmente salvo en sus campañas para la presidencia. Una vez elegidos eliminaban el término de la diplomacia oficial por miedo a enemistarse con Turquía, aliado fiel aunque temperamental y miembro de la OTAN. En 2010 una comisión del Congreso de EEUU acordó reconocer el genocidio por fin.