Relato instructivo de una abducción
Iba caminando por el campo, estaba anocheciendo y preocupado ya, menos mal que me había traido la linterna, cuando veo unas luces por encima del horizonte. Serían de aviones o helicópteros, y se acercan, algo no cuadra. Se trata de aeronaves distintas de todo lo conocido, de las que salen personas, también distintas, que me invitan a subir. Para entonces he deducido que son alienígenas, que no me fuerzan a ir. Subo.
Entro en el interior de una nave espacial alienígena. Percibo objetos tecnológicos distintos que funcionarán por principios tecnológicos distintos. Ligeramente distintos
me corrige una voz. No sé explicar cómo, opera un sistema de traducción o sencillamente de comunicación gracias al cuál hablo con los alienígenas. El efecto es que tengo la sensación de estar hablando con ellos en mi mismo idioma. Aunque una imagen vale más que mil palabras gracias a este mecanismo verbal me entero de mucho, que paso a transmitiros.
Como le habría ocurrido a cualquier otro no profundamente deprimido, los pensamientos surgen y se arremolinan dolorosamente en mi cerebro. Preguntas, muchas de ellas relacionadas con mi propia historia personal e intelectual. ¿Son Ustedes de la misma especie que yo? Me responden que no y también compruebo que entienden lo mismo por especie. En efecto, sí, el sistema de traducción es fidedigno. Añaden que son funcionalmente equivalentes y poseen la misma apariencia física. ¿Están relacionados genéticamente con nosotros? Tampoco. No provienen de un antepasado común.
Siempre me había preguntado por las posibilidades de una tecnología mucho más avanzada que la actual por tanto en una primera fase mi interés y mis preguntas se centran en esos detalles. Por lo demás, los planetícoloas
no me resultan especialmente inteligentes, sabios ni ingeniosos. Sencillamente custodian unos saberes tecnológicos que desde mi punto de vista parecen fantásticos y les capacitan para el viaje interestelar para empezar.
El Palacio
Poco a poco comprendo que nos movemos y hacemos nuestra vida en una edificación especial que llamaré el Palacio, un verdadero complejo arquitectónico que por lo que adivino se extiende y ramifica por todo el planeta con claros que hacen las veces de jardines y huertos, en realidad mezclan las dos funciones. Tal vez esos oasis de naturaleza ocupen la mitad o más de la superficie. El Palacio es de una sola planta y sus tejados bajos dejan pasar la luz para la agricultura-jardinería que practican a la vez que muchos árboles se elevan por encima de los tejados. El edificio consta principalmente de pasillos y estancias, la mayoría de las cuales hace la función de sala de estar donde deben de pasar la mayor parte de su vida despierta. En ellas hay sillones y mesas bajas circulares, mesas de trabajo más altas y rectangulares, y consolas con teclados de formas y diseños integrados en la decoración, lo que me recuerda a los Apple.
Este uso del ordenador está integrado en su vida social. Por alguna razón han optado por pantallas de cristal líquido, el caso es que no están retroiluminadas como los nuestros y por tanto se ven con la luz ambiente, lo que contribuye a que el usuario no se aparte en un capullo de penumbra. Tanto los pasillos como las estancias están muy iluminadas, las lámparas dan una luz natural y la superficie de las paredes está dominada por grandes espejos que permiten ver en un radio de 180 grados. Incluso los que están sentados al ordenados mantienen el contacto visual con el resto y conversaciones al parecer entremezcladas con su actividad informática momentánea.
Vivienda e intimidad
Los planetícolas no muestran una necesidad de intimidad. Los que conocí llevaban en una mochila un juego de sábanas, entre otros objetos mínimos. Una proporción pequeña de las estancias servía de dormitorios y cuando sentían la necesidad de dormir en un momento hacían la cama. Algunos sofás de las salas de estar se convertían en camas. No recalaban en ningún hogar pero sí formaban familias. Dormir en la misma habitación no establecía ni rompía ninguna intimidad. Como desconocían la infidelidad, no necesitaban realizar una serie de ritos y respetar unas formas para mantener unida a la familia. Funcionaban de modo diferente a los seres humanos.
El sexo
En la especie inteligente planetícola hay diferenciación sexual. Las fases de concepción, gestación, parto y amamantamiento coinciden sorprendentemente con las de los seres humanos. Sólo me llama la atención la por lo que oigo total ausencia de un sabor picante en el acto sexual en sí. No es pudor ni naturalidad aprendida sino que sencillamente no lo hay. No se hacen chistes ni hay erotismo ni provocación ni delirio, tampoco morbosidad ni perversión. Al principio formé la teoría de que en la mente planetícola la relación entre instinto y razón es diferente de la nuestra.
No voy a explicar la estructura quimíca exacta de su ADN, que sigue reglas diferentes pero exactamente equivalentes. Curiosamente, los planetícolas no han mostrado interés por la manipulación genética y ni siquiera practican la selección de semillas para obtener variedades más convenientes.
En mis conversaciones con ellos sobre genética salía continuamente el término subespeciación. Los planetícolas son conscientes de la existencia de grupos genéticos (término que preferían al de subespecies) dentro de su misma especie. No los llamo razas dado que no se distinguen por unos rasgos evidentes sino que se trata de una diferencia que ellos sienten intuitivamente. Alguna vez me han dicho que no consiguen racionalizar esas diferencias. Al parecer esa sensación continua de diferencia no racionalizable determina su idea de la oposición razón-instinto. Además, esas diferencias no generan odios ni sentimientos de superioridad-inferioridad ni discriminación de ningún tipo.
En algunas conversaciones en que me intentaban explicar exactamente cómo funcionaba la atracción sexual entre ellos les llamó la atención nuestra ancestral convivencia con los neandertales. La realidad es que ellos dependen de nuestras deducciones y elucubraciones sobre esta subespecie hermana, y como nosotros no hemos llegado a conclusiones definitivas... Les fascinaba que en el seno de su especie hubiesen surgido configuraciones mentales heredables diversas...
La Raíz
Con el tiempo descubro que los planetícolas dan suma importancia a una actividad social llamada la Raíz, una forma de interacción verbal que sigue unas reglas. Esta actividad conjunta investiga la naturaleza de la realidad, me explicaron. Sin que les cohiba mi presencia, en un momento dado la comunicación entra en esa fase y noto nítidamente que están practicando la Raíz porque de repente la comunicación se vuelve más solemne y regulada.
Gracias al eficiente mecanismo de la traducción no me han faltado explicaciones generales y particulares de todos sus aspectos. La Raíz emplea un vocabulario técnico en que cada término se corresponde con un concepto. En este y muchos otros aspectos los planetícolas se nos parecen mucho. La Raíz toca varios campos, traducido Campos de la Naturaleza de la Realidad, cuyos límites todos conocen. Dentro de un campo eligen un subcampo, y a partir de ahí la conversación fluye mediante aportaciones en las que cada participante tiene en cuenta las intervenciones de los demás durante esa sesión sólamente. Después de cada sesión un Secretario se encarga de redactar un acta en la que sin citar nombres personales se detallan los avances alcanzados. En este sentido la Raíz se comporta como la investigación matemática dado que no depende de una verificación empírica.
La segunda comparación que se me ocurre es con la Filosofía, sobre todo por los nombres de los conceptos. Aunque términos como Procedimiento de Verificación, Imperativo o Categoría Óntica recuerdan poderosamente a los de nuestra Filosofía, al no comprender su significado exacto no puedo asegurar que la Raíz fuese una especie de Filosofía total o parcialmente.
Por más que me lo explican, no consigo entender a qué llaman la Naturaleza de la Realidad, a la vez que me entero de que parte de la Raíz versa sobre el concepto mismo de la Naturaleza de la Realidad y que como es de esperar ellos denominan con el término Meta-Raíz.
En alguna conversación me he centrado en alguna afirmación de la Raíz y pedido que me explicaran cada uno de sus términos. Lo que ocurría es que momentáneamente tenía la sensación de comprender dicha afirmación, pero en seguida olvidaba lo que había comprendido. Tampoco conseguía recordar las palabras o mejor dicho la traducción de una de esas afirmaciones, como si su estructura impidiera que permaneciera en mi memoria porque me resultase sin sentido.
Otra hipótesis es que la Raíz fuese una manera abstracta de investigar las diferencias de las Configuraciones Mentales, por lo que sería una especie de Psicología Diferencia Teórica... Esto no cuadra con el tono solemne de las sesiones ni con el escepticismo con el que algunos planetícolas, pocos, aludían a la Raíz.
Algunos de ellos participan con verdadera pasión en la Raíz, otros ya he dicho que se muestran escépticos. La consideran inútil e incluso errada, pero nunca han organizado un movimiento de protesta sino que sencillamente participan en otras actividades distintas de la Raíz. En general noto cierta uniformidad en las formas de ser de los planetícolas, ausencia de extremos y sobre todo falta de pasión e ideas disonantes excepto en unos pocos individuos.
Tecnología
Cuando me dejé abducir, cuando accedí a subirme a su nave, me motivaba el conocer su tecnología. Las fábricas ocupan muy poco de su planeta y están escondidas o integradas en el paisaje en distritos más silvestres. Y sobre todo, muy pocos planetícolas saben ni conversan sobre tecnología. Muy pocos se interesan, y a los que se interesan se los forma. Hay muy pocos ingenieros y técnicos. Entonces, ¿en qué trabajan?
Economía y trabajo
Aparte de los industriales, existen otros dos tipos de trabajo. El trabajo es estrictamente voluntario. Una parte de los planetícolas se siente atraida por la naturaleza y practica una mezcla de jardinería, horticultura y cuidado de bosques. Como los sistemas de cultivo ya están organizados y no remueven la tierra, sin mucho esfuerzo ni riesgo obtienen cosechas si no generosas sí suficientes. Son vegetarianos o mejor dicho veganos, más que por convicción por desconocimiento y costumbre. Tal vez también porque su fisiología sea diferente. De sus plantas sólo puedo decir que son verdes y que mostraban una variedad parecida a las nuestras: árboles, arbustos, hierbas, flores. Como las nuestras, realizaban la fotosíntesis mediante clorofila. Conocí a muchos planetícolas apasionados de la biología que ellos sentían que ejercían al cultivar y cuidar de los bosques. Su planteamiento era que la biología desarrollaba una lógica. Por ejemplo no tenía mucho importancia que las especies fueran las mismas dado que con el tiempo cambiaban. Se manejaban con muy pocos datos y antes intentaban verle la lógica a los fenómenos.