Corto y largo plazo

Vivimos como si el mundo se fuera a acabar en un par de generaciones o mismo en la siguiente, y al final lo vamos a conseguir. No se trata de pensar en verde. El problema no está en el color o la ideología. Se trata de pensar a largo plazo.

Siempre me admiran los muros de las fincas rurales. Algunas piedras sólo se pueden haber movido con grúas y mucha precaución, en una época sin motores. Esos gigantes cuya identidad ignoramos o despreciamos construyeron terrazas en las laderas para allanar el terreno y así evitar la erosión del suelo (en inglés soil) por arrastre. En ellas pusieron árboles que bombean el agua desde decenas de metros de profundidad y resisten la sequía.

Los libros de historia no cuentan cómo cuando nacía un hijo plantaban un alcornoque, de crecimiento tan lento que los padres nunca verían maduro. O llenaban un estanque de cal para que fuera madurando, para el momento en que se hiciera su propia casa.


El corto plazo se relaciona con el oportunismo y la especulación, mientras que la sostenibilidad debería asociarse con el largo plazo y no convertirse en una manera más de hacer negocio.