El mundo del siglo XXI es más pequeño que anteriormente. La gente de sociedades muy apartadas están en contacto más estrecho que nunca antes a la vez que somos más conscientes de nuestra cercanía. En esta era de la información, tanto los expertos como los observadores de a pié reconocen varios maneras en queaccciones realizadas en una parte del mundo tienen consecuencias en el resto del planeta. Sentimos cada vez más que vivimos en un mundo en el que las personas, así como el mundo natural que nos sostiene, están conectados produnda y radicalmente.
Desde hace mucho el budismo ha denominado esta interconexión interdependencia
, un término que actualmente se emplea en conversaciones incluso fuera de contextos budistas. Cada vez más los profesionales de diversos campos consideran que la interdependencia es un enfoque que explica lo que observan. Entre otros usos, los científicos del medio ambiente lo consideran indispensable para entender los ecosistemas, los economistas lo aplican al comercio internacional, y para los sociólogos sirve para describir los sistemas que producen discriminación de raza y género.
La interdependencia sirve para explicar muchísimos sistemas, desde las relaciones entre fenómenos naturales hasta grupos y naciones— es decir, el mundo a nuestro alrededor. Pero considero que comprender nuestra profunda interconexión puede ir más allá. La interdependencia no es una mera teoría o filosofía interesante. Influye directamente en nuestras vidas todos los días. Ahondando en nuestra consciencia de la interconexión podemos crear una sociedad más armoniosa y sana y llevar vidas más satisfactorias. Para ello necesitamos ir más allá del análisis del mundo físico. El corazón y la mente humana, lo que podríamos denominar mundo interior, forman una parte integral de estas redes de interdependencia.
Dentro de cada uno de nosotros encontramos una constelación de sensaciones, ideas, sentimientos e intenciones que se influyen mutuamente. Nuestros mundos interiores al interactuar con circunstancias exteriores conforman la realidad que nos rodea. Respondemos a circunstancias externas, pero también las generamos. Quiero decir que nuestros mundos interiores y el exterior están íntimamente ligados, y esa interconexión también es parte de la interdependencia. Reconocer {todo lo que abarca|hasta dónde llega} la interdependencia nos sirve para replantearnos qué somos en tanto que seres humanos así como nuestro lugar en el mundo que contribuimos a crear.
Nuestro mundo interior es el punto clave desde donde generar un cambio real en el mundo que compartimos. Ni la justicia social ni la medioambiental son posibles si no cambiamos significativamente nuestras actitudes y comportamientos voluntarios que éstas motivan. La transformación del mundo social y material debe empezar desde dentro de {nosotros|uno mismo}.
El conocimiento intelectual que hemos adquirido sobre la interdependencia es un primer paso importante. El siguiente, y esencial, es cobrar conciencia de la interdependencia desde el corazón. Necesitamos sentir nuestra profunda interconexión y no sólamente conocerla. Poseemos numerosas cualidades que nos sirven para mantener un compromiso sentido con la interdependencia. Al mejorar en nuestra comprensión de la interdependencia con nuestro mundo interior mejoramos también en nuestra capacidad de cultivar dichas cualidades.
Y cuando lo hagamos, la conciencia sentida que habremos adquirido transformará profundamente nuestras relaciones con los demás y nuestra forma de estar en el mundo. Empezaremos a comportarnos de una manera que refleje nuestra interdependencia. Cuando nuestra comprensión de la interdependencia se traslada de la cabeza al corazón y se manifiesta en actos, nuestras vidas se vuelven plenamente efectivas y con sentido.