El hombre eterno
Imaginad un hombre que vive solo en una isla tropical. Este hombre solitario es eterno. No envejece. Tampoco padece nunca lesiones permanentes ni conoce enfermedad crónica. No corre peligro de morir de hambre. Se mantiene de caza y recolección, y por temporadas de agricultura, que nunca llega a olvidar, y ganadería.
Las características de ser eterno y de olvidar con el tiempo como los mortales crea situaciones curiosas.
Pasa el día caminando por diferentes paisajes. Su mente no consigue abarcar toda su variedad dado que este paraíso es muy extenso. Le llaman especialmente la atención determinadas plantas y animales: árboles, rapaces, felinos, arañas. Se interesa por la naturaleza que le rodea. Recuerda, a fuerza de repetírsela, una lista de especies peligrosas, venenosas o tóxicas.
Va dejando por la isla objetos de arte (tallas, esculturas, murales) y escritos propios, algunos de los cuales en un lenguaje para él arcaico pero comprensible. Obras que él mismo había creado hace tiempo no las considera salidas de su mano o puño sino que las atribuye a otros seres humanos. Según deambula por su reino se las va encontrando, en una conversación continua con fantasmas del pasado. Algunos textos los copia para preservarlos y los guarda en cuevas, lo que los salva del deterioro del tiempo.
No posee la noción del otro.
Desarrolla un pensamiento y unas teorías sobre lo que le rodea. Según los olvida inventa otros. Entonces, si ha puesto alguno de estos sistemas por escrito, probablemente lo descubra en sus paseos opr la isla y formará la noción de una Historia del Pensamiento debida a una serie de grandes pensadores, que no son más que etapas anteriores de él mismo.
Intenta encontrarles la aplicación práctica. No hace exactamente filosofía, se limita a proponerse generalizaciones sobre su entorno. Observa gran variedad de fenómenos y les busca explicaciones.
En general pasa su tiempo bastante entretenido.
Algunos anocheceres nota que muchos animales se marchan cuando baja la marea y emergen unos bajos hasta una punta o cabo más allá del cuál sólo se vislumbra bruma. Supuestamente se aparean y de esta manera renuevan la sangre. Pero no practican un intercambio cultural, sólo genético. Las hembras regresan preñadas y los herbívoros cagan semillas del continente con abono incluído, salidas de sabe dios qué sabrosos frutos.
Su subconsciente le advierte que si cruza al Continente morirá, pero no le aclara cómo ni por qué. Desconoce de dónde le viene esa creencia. Lo que más le llama la atención de los animales es que aceptan la muerte. Recorren su ciclo vital y luego mueren.
Tal vez si cruza ya no pueda regresar a su isla porque estando en el Continente la marea suba.
Podría discurrir cómo construir una balsa o una canoa, pero un miedo le impide siquiera pensarlo.
Un día descubre unas hojas encuadernadas en una cueva casi nunca frecuentada. Recuerda muy vagamente haberlo visto antes. Están escritas en un alfabeto que le cuesta descifrar, pero al final lo consigue, letra a letra. Están en lo que llamaríamos su propio idioma. Se parece mucho a lo que él entiende por estilo arcaico.
Este libro trata de muchos temas que él se plantea, pero los enfoca de manera diferente.