Siempre que converso con un estudiante o licenciado en historia, filosofía o sociología le pregunto si por alienación Marx entendía esa sensación que puede tener el obrero de estar desarraigado en el proceso productivo, de haberse convertido en maquinal, un mero operario de máquinas. Y me responden que sí.

Herramientas y máquinas

Considero útil establecer una diferencia entre herramienta y máquina. ¿Cuál es la diferencia?

Sería imposible atornillar bien algo con las manos, precisamente por eso recurrimos a herramientas de atornillar. La llave inglesa se convierte en prolongación de la mano, un instrumento de producción de bienes, y la mano no se aliena del atornillar, porque la llave inglesa se está utilizando como herramienta. La máquina, por el contrario, se caracteriza por absorber al operario. El operario deja de comprender para qué la está utilizando y pierde el control del proceso productivo. La diferencia es en el fondo muy sutil y depende de cada situación particular y de la actitud del operario y de la sociedad en general ante el trabajo.


Gran parte del debate político sobre el trabajo se restringe a cuestiones puramente económicas, con lo que se implica que el trabajo es una maldición, un período de cuarenta horas semanales que pasamos en blanco haciendo algo que aborrecemos. Por otro lado, hemos desterrado por retrógrados los conceptos de autosuficiencia y autoarquía. Detrás de estos conceptos esta la idea de que podemos fabricarnos nuestros propios objetos culturales, hasta cierto punto.